La relación histórica de los medios de comunicación social y la acción de la Pastoral de Comunicaciones de la Iglesia Católica en la Diócesis de Santa Ana

Abstract

Comunicar para la Iglesia no es una opción, sino una misión. Esta conciencia de la misión debe hacerla propia no únicamente las diócesis; también los movimientos eclesiales y los laicos comprometidos, quienes en conjunto deben tomar muy en serio esta responsabilidad. Muchos pontífices han tomado cartas en el asunto, siendo el primero de ellos Pío XI, quien utilizó la televisión para enviar un saludo al orbe católico en 1927. Posteriormente, san Juan XXIII orientó a la Iglesia en el uso ético y moral de los medios de comunicación con el Motu Propio Boni Pastoris, constituyendo la Comisión Pontificia de Cine, Radio y Televisión que tendría a cargo examinar los diversos asuntos que se refieren al cine, radio y televisión; ayudar a su progreso y dirigir su actividad según las prescripciones y normas de la Encíclica Miranda Prorsus. Pero el documento más importante y completo fue el decreto conciliar Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social, bajo el Pontificado de Pablo VI, para que finalmente, san Juan Pablo II, en el vigésimo aniversario de la Communio et Progessio, aprobara la Instrucción Pastoral Aetatis Novae sobre las comunicaciones sociales. La Iglesia sabe que es depositaria de una Verdad que debe llegar a todos los hombres; es uno de los motivos por los que la combinación de medios de comunicación e Iglesia parece inseparable. La Iglesia debe encontrar en los medios de comunicación social un excelente apoyo para la difusión del Evangelio y los valores religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender los sólidos principios que son indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona humana y del bien común.